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“La cocina es una oportunidad, y Dios no nos da oportunidades todos los días”: Beatriz Bello 

La cocina es el talento de Beatriz, quien, a pesar de las adversidades y los cambios en su vida, con sus manos ha podido sacar adelante a su familia. 

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Beatriz es una mujer cuya trayectoria está marcada por la resiliencia, la pasión por la cocina y el firme propósito de construir un futuro mejor para ella y su familia. 

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¿Cómo empezó tu pasión por la cocina? 

Bueno, la verdad es que mi historia con la cocina comenzó en casa, cuidando de mis hermanos y preparando las comidas para ellos mientras mis padres trabajaban. Pero lo que realmente me sorprendió fue la reacción de la gente cuando empecé a cocinar en las casas vecinas donde trabajaba como empleada doméstica. Los dueños de las casas me decían “¡Uy le quedó muy bueno!”, o sea tenía una sazón que ni yo conocía.   

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Me decías que durante muchos años iban y venían de Venezuela, ¿cierto? 

Sí, cuando mis papás encontraban un trabajito por allá nosotros íbamos y veníamos porque en esa época las cosas en Venezuela estaban mejor, siempre había algo para hacer. Nosotros nos fuimos cuando yo tenía como 15 años, sí, como 15 años. Entonces quedé embarazada de la niña. Nos vinimos, yo tuve la niña acá, después no fuimos otra vez y no regresamos y ahí yo seguí estudiando. Por ahí ya tenía como 18, ahí terminé.  

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¿Y pudiste continuar tus estudios? 

Sí. Terminé el bachiller. Como 2 años después, por ahí como a los 20, yo estudié 5 años en la Universidad.  

 

¿Qué estudiaste? 

Gastronomía, en la Universidad de Cartagena. 

 

¿Y cómo fue esa transición de trabajar en casas a entrar en el mundo de los restaurantes? 

Fue todo un cambio. Trabajar en Cartagena, una ciudad tan turística, es difícil, las jornadas eran pesadas y los trabajos que se conseguían más que todo era en los bares y esos gastrobares, eso pasaba la noche atendiendo a los locales y mucho extranjero. Pero aprendí mucho, más que todo a trabajar bajo presión. 

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Me decías que después se mudaron a Venezuela, ¿cómo fue tu experiencia de vivir en otro país? 

Me fui con mi esposo y mis dos hijos, ya había tenido otro, un muchacho. Nos fuimos para Caracas y vivíamos en el barrio Turumo. Allá conseguí trabajo en una agencia de viajes que quedaba al otro lado de la ciudad, en La Candelaria. Se llamaba Viajes Saint Paul, era de una pareja de españoles y la señora tenía un localcito al lado de la agencia que era de comida rápida. 

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Pero bueno, después ellos vieron otras cosas en mí, como, por ejemplo, ella tenía un local de comida rápida donde vendían empanadas, vendían, así como tipo burritos y eso y entonces ya yo tenía dos jornadas de trabajo. En la mañana trabajaba en la oficina y por la tarde trabajaba en el local con ellos, donde aprendí muchas comidas.  

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¿Y cómo era trabajar ahí? 

Bien, la señora Rosario y el señor Manuel eran muy amables. Eran dos muchachas trabajando en la agencia respondiendo las llamadas y otras dos atendiendo el puesto de comida rápida. Lo bueno de esto es que quedaba en plena zona hotelera, entonces por la noche, cuando el local principal cerraba, los gringos venían y pagaban en dólares las hamburguesas. 

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Me dices que lograste ser muy cercana a la señora Rosario… 

Jum esa señora estaba encantada conmigo. Un día la jefa llega y me dice “Betty (era el apodo con el que la llamaba), ¿usted sabe hacer tortilla española?”, y yo pues ni idea, entonces me invita a su casa y me enseña la forma como ella la cocinaba que, porque quería que de vez en cuando se la preparara y, entre otras cosas, entonces se volvió normal que fuera a su casa por las noches, una vez terminaba el trabajo en el puesto de comida rápida.  

 

¿Cuánto tiempo vivieron en Venezuela? 

Duramos 10 años allá. 

 

¿Luego de ese tiempo volvieron a Colombia? 

Sí, las cosas se estaban complicando en Venezuela, entonces el turismo bajó mucho y la jefa cerró la agencia y se devolvió con el esposo a España. Entonces me había quedado sin trabajo y así era difícil mantener la casa. Fue duro porque tuvimos que vender la casa, dejar a nuestros amigos y venirnos a la casa de mi papá. 

 

¿Y volviste a buscar trabajo en restaurantes de Cartagena? 

Sí, sí. Pero fíjate que la cosa había cambiado, la ciudad era diferente. Como te dije, era más fácil trabajar en bares, y empecé por ahí pero no, no, no, qué vaina más densa. Uno veía a puras niñitas con esos viejos de afuera (extranjeros), la verdad me salí de eso, luego se daba para problemas.  

Luego fue que conseguí trabajo en un restaurante peruano, se llamaba tal cual “comida peruana”, no tenía un nombre especial. Pero ahí aprendí mucho, mucho. Hacía ceviche, sushi, la causa limeña. No me gustaba mucho esa comida, pero ahí le aprendí. 

 

Luego te viniste para Bogotá, ¿qué te motivó a mudarte? 

Fueron dos razones, me separé de mi esposo porque me estaba engañando y ya se estaba volviendo violento conmigo, y pues yo sola con dos chinitos tuve que venirme para Bogotá porque aquí es donde hay más oportunidades. Estando soltera y con dos hijos, dejé Cartagena, me vine para Bogotá porque mi prima Sandra me dijo que era fácil conseguir trabajo. Acepté el reto, tenía miedo, pero la vida me había enseñado a salir adelante. 

 

¿Cómo fue tu experiencia aquí en Bogotá?

 

 

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Yo llegué acá a Bogotá en 2018. Trabajé con una empresa catering, hacíamos eventos para Corferias, para otras empresas importantes, trabajamos con las universidades, con eventos, y trabajé con ellos 3 años. Luego, cuando llegó la pandemia, pues esa empresa cerró y a todos nos líquida. 

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¿Después empezaste a trabajar en la Spezia? 

Sí, sí, empecé a trabajar en la Spezia en 2021. Ya acá es otro rango porque yo llegué sin saber nada de comida italiana, ahí lo básico que sabía era hacer pasta, pero ya, mejor dicho, ya tanto tiempo acá, soy administradora, soy la chef, soy la pizzera, soy, mejor dicho: la más. Era todo, pero para mí es algo para mí. Es mucho, a mí me encanta. Me encanta lo que hago, me gusta aprender, me gusta innovar. Cada vez que yo aprendo algo nuevo para mí es un reto de mi vida y a mí me encanta. 

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¿Qué le dirías a una persona que está comenzando en el mundo de la gastronomía? 

Les diría que nunca pierdan la pasión. La cocina es un mundo duro, pero gratificante, y con trabajo duro y perseverancia se puede superar cualquier cosa y alcanzar el éxito de la mano de Dios. 

Entre aromas y sabores que delinean el paisaje culinario de Cartagena, se encuentra una mujer cuya vida ha sido una odisea de desafíos y triunfos. Beatriz Bello, oriunda del barrio San Fernando de esta emblemática ciudad costera, ha sabido forjar su camino en el mundo de la gastronomía con una determinación inquebrantable y un talento innato. 

Con 39 años, Beatriz recuerda con claridad los primeros retos de su vida, cuando la adversidad y la responsabilidad se entrelazaban en su día a día. "Desde muy chiquita la verdad, o sea me tocó salir adelante", nos relata Beatriz, mientras reflexiona sobre sus comienzos. Criada en una familia de escasos recursos, asumió el rol de hermana mayor para sus cuatro hermanos, mientras sus padres trabajaban de sol a sol, como ella menciona. 

"Me tocaba estudiar, al mismo tiempo trabajar, llegar a la casa", comparte Beatriz. Su infancia consistió en lidiar con la carga de responsabilidades que llevaba sobre sus hombros desde una edad temprana. La crianza de sus hermanos, el cuidado del hogar y la búsqueda de oportunidades educativas y laborales se convirtieron en los pilares de su cotidianidad. 

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